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La acidificación de los océanos alteraría la vida
POR JUAN MANUEL TIRADO JUÁREZ
Aunque hay avances en materia de equidad de género aún falta mucho por remontar, pues persiste la exclusión en diversos rubros; en el medio académico se observa la segregación, palpable en nombramientos académicos y en puestos donde se toman decisiones, en “cuerpos colegiados y en ciertas áreas del conocimiento”. Ante tal situación, es necesario desarrollar “un modelo de gestión incluyente en todos los ámbitos” para promover la igualdad de oportunidades, consideró la maestra Verónica Arroyo Pedroza, secretaria de la Unidad Azcapotzalco, durante la sesión inaugural de la sexta edición del Congreso Internacional Avances de las mujeres en las ciencias, las humanidades y todas las disciplinas.
En su oportunidad, el doctor Eduardo Abel Peñalosa Castro, rector general de la UAM, enfatizó que todavía persisten rezagos ya que en nuestra Universidad, de una plantilla de poco más de 3 mil profesores, mil 157 son mujeres, esto es, el 37.46 por ciento, y la proporción sólo ha crecido en 1.3 por ciento en la última década. En el Sistema Nacional de Investigadores (SNI) se repite el esquema, pues hacia 2012 de los 18 mil 746 adscritos, casi la tercera parte eran mujeres. En el lustro reciente, indicó, el número de investigadores se ha acrecentado en 54 por ciento, hasta llegar a los 28 mil 633 en el año en curso; sin embargo, la proporción femenina sólo creció en 3.6 puntos. Respecto del número de académicos de esta casa de estudios miembros del SIN, el de hombres ha crecido en más del 23 por ciento hasta llegar a los mil 163, mientras que el de mujeres se elevó solo un poco más de un punto: pasó del 34.9 al 36.2 por ciento en 2018, precisó.
Asimismo, resaltó las labores del Comité multidisciplinario y del Comité organizador del Congreso por sus contribuciones para que éste “sea una de las tradiciones académicas de mayor calado” de la Metropolitana. La maestra Gabriela del Valle Díaz Muñoz, jefa del Departamento de Ciencias Básicas, de la División de Ciencias Básicas e Ingeniería, fue la artífice junto con un nutrido grupo de expertos.
El planeta enfrenta una complicada situación ambiental: en riesgo la supervivencia humana
Aun cuando en el presente se tiene información en materia ambiental con la cual no se contaba hace décadas, se sigue impactando la salud del planeta. Actualmente, la población mundial es de más de 7 mil millones de personas y se estima que en las próximas tres décadas se incrementará en 33 por ciento, por lo tanto, si no se hacen cambios sustantivos, el futuro será muy complicado.
Los patrones de consumo no son sustentable: se extrae más de la naturaleza de lo que se puede renovar y la cantidad de desechos es más grande y crece a mayor velocidad. En ese frenesí, los “núcleos naturales están siendo alterados”, subrayó la doctora Julia Carabias Lillo en su conferencia Restauración, conservación y políticas públicas, ofrecida en el marco del Encuentro Internacional de Ciencia.
Según estimaciones del Instituto de Estocolmo de Resiliencia, informó, la situación es grave en cuanto a los límites mundiales establecidos: si éstos se rebasan, se alterarían las condiciones que dieron lugar al surgimiento de la especie humana. Entre ellos está la acidificación de los océanos, el adelgazamiento de la capa de ozono, el cambio de uso de suelo, alteraciones en los ciclos biogeoquímicos, el cambio climático y el impacto en la biodiversidad. En este último aspecto ya se ha rebasado el límite, lo que ha impactado a las especies y a los ecosistemas, en tanto que el del cambio climático sigue avanzando, pero todavía no llega a los linderos de mayor alarma.
Debido a la mayor acumulación de bióxido de carbono —originada por la emisión creciente de gases de efecto invernadero, en su mayoría producto del consumo de energía para actividades humanas— la temperatura en el planeta ha ido en ascenso: hay lugares en donde se han rebasado los dos grados centígrados, aseguró. Esto se ha traducido en fenómenos naturales, como el incremento en el número de huracanes o ciclones que se presentan con potencias más devastadoras que afectan las vidas humanas y la infraestructura. Se han dado brincos enormes que no ocurrían en la naturaleza en cientos o miles de años y ahora se presentan al cabo de unas décadas, subrayó.
Para la bióloga y maestra en Ciencias por la UNAM y Doctora Honoris Causa por la Universidad Autónoma de Nuevo León, para mediados de siglo —si no se hace nada a nivel mundial— habrá zonas con más calor o más húmedas. En México, además, se agudizarían las sequías en algunos lugares y, en contraste, se intensificarían las lluvias en otros, enfatizó. Eso impactaría a la biodiversidad: los mayores efectos, se prevé, podrían ocurrir en las selvas secas, la zona del Balsas y las costas de Guerrero y de Oaxaca.
En torno a la biodiversidad, subrayó que es muy vasta y no se conoce ni el cinco por ciento de las especies que habitan en el planeta, “no tenemos idea de muchas especies que ya se extinguieron”. Para la experta en regeneración de selvas tropicales, restauración y política ambiental, solo se conoce el 68 por ciento de especies de vertebrados, el 74 por ciento de plantas, el 18 por ciento de insectos y el 5 por ciento de hongos. Es enorme el trabajo por hacer, dijo, considerando que México es uno de los países con mayor biodiversidad a escala mundial.
Sin embargo, nuestro país es de los que presentan mayor deforestación, ocasionada por incendios y cambios en el uso del suelo —se arrasa la selva para siembra o ganadería—, y ello golpea a la flora y a la fauna. Ante ello, desde la década de los 70 del siglo pasado, en México se crearon organismos y leyes para empezar a atender la situación, apuntó.
Las políticas ambientales se orientaron a frenar y revertir el deterioro, procurar el manejo sustentable de los recursos naturales y para emplear de manera adecuada esos recursos, explicó la extitular de la Secretaría de Medio Ambiente, Recursos Naturales y Pesca. La política ambiental va avanzando pero a veces se detiene o se desvía, en “un permanente estira y afloja”, no ha alcanzado la efervescencia y el interés que tuvo hace unos años. En este aspecto, también la sociedad debe de hacerse escuchar; ahora está más desorganizada, preocupada por la violencia y por el crimen. Es “una sociedad que no está presionando pese a que hoy se hacen muchas cosas contra el medio, y no protesta por ello”.
Por su lado, la ciencia está realizando esfuerzos: genera mucha información pero ésta no llega a los altos niveles de decisión y los partidos políticos no la tienen en la agenda, deploró. “Es una responsabilidad que tenemos todos”.
Respecto del tema de la construcción del nuevo aeropuerto capitalino y de la consulta realizada hace unas semanas, la experta refirió que en el pasado no se tomaron en cuenta los elementos científicos alrededor del proyecto que se realizaría en las inmediaciones de Texcoco, Estado de México, por lo que la decisión tomada a raíz de la consulta aludida genera precedentes inaceptables pues no es un tema sujeto a ese ejercicio, sino que la ciencia y los expertos son quienes deben de guiar la decisión. Los daños ambientales han sido significativos: se degradaron superficies enormes en zonas lacustres y se deforestaron muchas zonas para extraer piedras. “El daño ocurrió y la población estuvo muy callada”.
Ahora se ha anunciado una serie de megaproyectos como el Tren Maya o la plantación de árboles frutales y maderables —entre otros—, que deberían contar con bases científicas para prevenir posibles afectaciones ambientales. Es necesario tener información del nuevo proyecto aeroportuario para que la ciencia haga sus aportaciones, rubricó.